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¿Hasta cuándo vamos a estar quejándonos de las situaciones que no nos permiten avanzar y cumplir nuestro destino de vida? ¿Tenemos que llegar hasta el fondo de nuestro ser para tomar recién el impulso final y dar el gran salto? La claridad que tuvo Jesucristo para realizar el sacrificio Divino nos debe servir como ejemplo para todos los ámbitos de nuestra vida en los que nos encontremos perdidos o trabados. Dios lo guió para regalarnos la vida eterna como sus hijos. “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios” Romanos 8:16
En ese torbellino de neblina que se llama “miedo”, se sitúa uno de nuestros mayores enemigos. Los pensamientos y nuestro corazón dejan de tener claridad sobre lo que nos rodea. Desde lo que sentimos hasta lo que pensamos, la falta de claridad se traduce en inacción y aislamiento emocional. Muchas veces queriendo buscar soluciones, tomamos ciertas decisiones que se convierten en mayores problemas. Es fácil acudir al vicio de la soledad o el alcohol. Son más cortinas de humo que nos provocan arraigo en la profundidad de nuestro ser. La oscuridad y la tentación de seguir indefinidamente sin tomar el control hacen que lleguemos al límite de nuestro parecer. Sentirnos perdidos es el menor de nuestros problemas. Empezar a herir a las personas que intentan ayudarnos, eludir su ofrecimiento de ayuda. En momentos así es cuando más debemos tener en cuenta que Dios está siempre presente y nos nos dejará perder el control. “Precisamente por eso, esfuércense por añadir a su fe, virtud; a su virtud, entendimiento; al entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a Dios; a la devoción a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.” 2 Pedro 1:5-7
Debemos poder abrirnos y aceptar ayuda hasta en los peores momentos en los que nos encontremos. Todos los errores y desaciertos que se produzcan en nuestros caminos serán perdonados por nuestro Padre Celestial. Recordemos que siempre está Jesús allí para ser benevolente y sanar nuestras heridas. Sin necesidad de escuchar a las personas que no reconozcan sus acciones y milagros. Sin dejar influenciarnos por aquellos que no se sientan acompañados o ni siquiera conozcan la historia de vida de nuestro Salvador y el porque de su sacrificio. Nunca debemos olvidar que de nada sirve seguir por el sendero del mal, mantenernos en las tinieblas del miedo y de los cuestionamientos. La seguridad de las certezas, de las pruebas de amor y de Fe son suficientes para confiar en el Espíritu Santo y depositar nuestros corazones . “Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir.” 1 Corintios 10:13
Que la Fe sea el reflejo de tus acciones ya que será la piedra fundamental de donde podamos apoyar todos nuestros pensamientos y decisiones por tomar en el futuro. Avanzar y crecer. Equivocarse haciendo y aprendiendo. De nada sirve quedarse en la eterna incertidumbre que ninguna historia puede relatar ¿Alguna vez existió aprendizaje sin sacrificio ni dolor? “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” Romanos 12:2