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El terco arrepentido

¿Cuántas veces seguimos cuestionándonos esa decisión no tomada? Permanecemos atormentados por no haber cambiado ese hábito que tanto dolor nos trae o nunca perdonamos a ese amigo que era tan cercano. Muchas ataduras del pasado ofician de lastre para avanzar con firmeza y claridad a los retos que se nos presentan ante nuestros ojos hoy. “que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré." Isaías 46:10

Debemos saber que dentro de cada decisión que debemos tomar existe un aprendizaje. Muchas veces nos paralizamos al tener que tomar un nuevo rumbo, ya sea un emprendimiento laboral, una mudanza o compartir nuestra vida con alguien. Siempre pensemos el sacrificio que hizo Jesús cuando estuvo en la Cruz. Él tomó esa decisión muy consciente, sabiendo lo que sucedería. Pero también sabía que su sacrificio nos liberaría de un modo completo. Se entregó de cuerpo y alma hacia las convicciones de la Fe, respaldado por el Espíritu Santo. “Confía en el Señor de todo corazón y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos y él allanará tus sendas.” Proverbios 3:5-6

Todo lo adquirido en cada experiencia se incorpora a nuestro ser en forma de capital humano. Los buenos y malos momentos vividos no solo sirven de recuerdo, sino también nos permiten encarar nuevos desafíos desde una óptica diferente. Dios desea que así sea. Que no nos escudemos en las inseguridades o en la inacción. Él desea fervientemente que avancemos y que podamos lograr todo lo que nos propongamos dentro del camino del Espíritu Santo. No debemos colapsar ante un tropezón, siempre recordando que si caemos, el Padre Celestial, estará ahí para levantarnos y encaminarnos en su camino de luz. Cada peldaño que logremos nos arrima hacia el Cielo, lugar donde nos espera con ansias para compartir la vida eterna con todos sus hijos. “Porque sabemos que si la tienda terrenal que es nuestra morada, es destruida, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha por manos, eterna en los cielos.” 2 Corintios 5:1

Entendiendo a su vez que iremos transformando nuestro ser con cada decisión tomada y con cada avance, creciendo y envejeciendo. Profundizando vínculos y relegando pensamientos obsoletos.  Que no genere nostalgia dicho progreso. Que no nos deprima ser más sabios y dejar viejos hábitos y costumbres de otras épocas. Como Cristianos debemos ser verdaderos transformadores de realidad y generadores de cambio. No podemos quedarnos recluídos y contentarnos con nuestros actos individuales. Dios nos creó con dicho propósito. Hechos a su imagen y semejanza, el orden dado por nuestro Padre debe valerse de hechos y acciones. Eso nos explica la Biblia y sus pasajes. Por eso es que debemos educar a nuestros hijos con dicha sabiduría. Debemos integrar la cultura religiosa en sus vidas desde pequeños.“Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca.” Hebreos 10:24-25

Podemos observar que nuestras sociedades modernas están divididas y sustentadas por valores superficiales, sin fundamentos profundos ni vínculos de bases sólidas con la Fe. Existen ejemplos claros donde se fragmentanrelaciones de familias, parejas que no pueden congregar ni prosperar y los individuos se sienten sin un rumbo y sin esperanza. Se preguntaron alguna vez ¿Qué hubiera pasado si todos por igual siguiéramos el camino de Dios?




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