¡Descarga la app!

Accede a más contenido como este.

La nube que cubre el camino

Si nos encontramos recorriendo una zona desértica, sin sombra a la vista, con temperaturas elevadas y un sol que raja la tierra, es muy probable que estemos deseando en ese preciso instante que un grupo de nubes aparezca y tape el sol. O que esas nubes acarreen una tormenta que alivie dicha situación. Para alguien que vive en una zona fría, donde la mayoría del año las nubes y la lluvia son moneda corriente, estaría deseoso de poder ver el sol y sentir su piel quemarse con los rayos que salen emanados de esa gran estrella que domina nuestro sistema solar. ¿Qué relativo puede ser el anhelo o situación en el que nos encontramos verdad? ¿Qué hace que la percepción sea totalmente opuesta de unos con otros?

No importa donde vivamos. Qué idioma hablemos. A qué clase social pertenecemos. Qué estudios pudimos alcanzar. Cuáles sean nuestros gustos musicales. Qué tipo de comida sea la tradicional en nuestra ciudad. Si hay algo en común que tenemos es que somos fieles a Jesús. Por este motivo es que en el mundo entero nos conocemos. Tenemos una familia que vive en casa. Desde ese lugar y entre nuestros seres, debemos reinventarnos, comprendernos y cuidar unos de otros. También somos una familia a nivel mundial. Unida desde la espiritualidad y la oración. Siguiendo las enseñanzas del Espíritu Santo, desde los escritos sagrados, hasta los milagros presentes en nuestro día a día. Nuestro Padre es fiel y es parte de su ser y de su esencia. Podemos apoyarnos y afianzarnos sobre él para seguir adelante cuando se nos presenten dificultados. También es Dios Padre quien nos guía en su plan divino para poder enfrentar y comprender sus mensajes (por medio de planteos y situaciones específicas). “Ciertamente El asombrará a muchas naciones, los reyes cerrarán la boca ante El; porque lo que no les habían contado verán, y lo que no habían oído entenderán.” Isaías 52:15

Nuestro Padre Celestial no se equivoca. Su plan divino está trazado y pensado para que todos por igual podamos gozar de los fundamentos y certezas en los que se sustenta el Espíritu Santo. Debemos tener presente a Dios en todo momento y lugar. Su Palabra nos enseña a ver más allá de las nubes que ocultan el sol. Ver más allá del árbol que tapa el bosque. “El es el que hizo la tierra con su poder, el que estableció el mundo con su sabiduría, y con su inteligencia extendió los cielos.” Jeremías 51:15

Claro que tenemos una asignación muy evidente si deseamos y queremos tener a Dios en nuestro corazón. Para eso debemos demostrar con hechos concretos que deseamos mantenernos fieles a Él. Orando y cumpliendo a diario con el respeto del mensaje divino de la salvación. Siempre se nos escuchará y se nos ofrecerá certezas en momentos de incertidumbres. Luz en las ocasiones que nos encontremos en las tinieblas. Paz para sobrellevar situaciones de violencia ajena. Será nuestro faro y nuestro sostén para poder llegar a buen puerto. Sea cual fuere el escenario o la situación, Jesús estará presente en ti y en quienes nos rodean como hermanos y hermanas de la Fe. “El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador; mi Dios es mi roca, en quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro” Salmos 18:2




Versículo diario:


Artículos anteriores

El Camino de la Fe

La Luz de la Fe en Nuestros Actos