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Las Decisiones que Necesitan Un Sustento

Por momentos no recordamos el objetivo que tenemos en este camino de bendiciones. Aprende en el siguiente artículo la manera de reconectar con tu destino de vida.

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"No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia; al contrario, ofrézcanse más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida, presentando los miembros de su cuerpo como instrumentos de justicia.” Romanos 6:13

La vida es un viaje, y en ese viaje, uno debe tener un destino en mente. Para aquellos que siguen la senda de la fe cristiana, ese destino es el Señor. Este viaje puede ser gratificante, pero no siempre es sencillo. En este artículo, exploraremos la naturaleza de la fe y cómo navegamos las aguas de la vida con determinación y confianza en Dios.

Muchas personas se sienten atraídas hacia la fe cristiana en busca de respuestas, consuelo y orientación en sus vidas. Es natural buscar la ayuda de lo divino cuando enfrentamos desafíos y momentos difíciles. Sin embargo, la creencia en Dios no garantiza que la vida será sin problemas. La vida está llena de obstáculos, y a menudo, esas pruebas son oportunidades para el crecimiento y la madurez.

Cuando alguien decide seguir a Dios, no significa que se libere de todas las responsabilidades o que la vida se vuelva más fácil. Al contrario, seguir a Dios implica una responsabilidad significativa. Implica comprometerse con un camino que puede ser desafiante y exigente. Seguir a Dios significa dirigirse hacia Él, con la conciencia de que el camino no será siempre sencillo.

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“Oíd, hijos, la instrucción de un padre, y prestad atención para que ganéis entendimiento, porque os doy buena enseñanza; no abandonéis mi instrucción. También yo fui hijo para mi padre, tierno y único a los ojos de mi madre, y él me enseñaba y me decía: Retenga tu corazón mis palabras, guarda mis mandamientos y vivirás.” Proverbios 4:1-4

El sendero de la fe en Dios no es muy diferente del camino que las personas siguen cuando deciden no creer. Todos caminamos sobre la misma tierra, respiramos el mismo aire y enfrentamos luchas similares. La diferencia radica en la creencia de que, al seguir a Dios, estamos acompañados, guiados y protegidos por Él. Sabemos que no importa cuán difícil sea la prueba o cuán grande sea la lucha, Su mano está sobre nosotros, velando por nuestro bienestar.

La confianza es un pilar fundamental de la fe. No se trata solo de creer que Dios puede intervenir en nuestras vidas, sino de estar seguros de que lo hará. La fe implica encomendar nuestro camino a Dios, sabiendo que Sus planes son más grandes y más sabios que los nuestros. Esto implica una creencia inquebrantable en que Dios cumplirá Sus promesas y responderá a nuestras oraciones de acuerdo con Su voluntad.

Para mantener y fortalecer nuestra fe, debemos ejercitarla constantemente. No es suficiente simplemente creer; debemos poner nuestra fe a prueba en todo momento y en todas las situaciones. Es a través de estas pruebas que nuestra fe crece y madura.

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“Y esfuércense por cumplir fielmente el mandamiento y la ley que les ordenó Moisés, siervo del Señor: amen al Señor su Dios, condúzcanse de acuerdo con su voluntad, obedezcan sus mandamientos, manténganse unidos firmemente a él y sírvanle de todo corazón y con todo su ser.” Josué 22:5

Poner nuestra fe en acción implica enfrentar las dificultades con la seguridad de que Dios está obrando en nuestro favor, incluso cuando no entendemos completamente Su propósito.

La adversidad es una parte inevitable de la vida. Todos enfrentamos momentos difíciles, y es natural sentir miedo o duda en esos momentos. A menudo, nos preguntamos por qué Dios permite que ocurran cosas dolorosas o desafiantes en nuestras vidas. Sin embargo, es en estos momentos de prueba que nuestra fe se pone a prueba de manera más intensa.

Cuando enfrentamos situaciones apremiantes, podemos elegir aferrarnos al temor o confiar en la voluntad de Dios. Aunque no siempre entendamos por qué algo nos sucede, podemos confiar en que Dios está trabajando en nuestro beneficio. Cuanto más intensa sea la realidad que enfrentamos, más debemos aferrarnos a Dios. Su amor es constante y nunca falla.


“Pero si a ustedes les parece mal servir al Señor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor.” Josué 24:15

El camino de la fe es un viaje continuo. En ese viaje, a menudo navegamos aguas desconocidas y enfrentamos tormentas inesperadas. Sin embargo, a medida que ejercitamos nuestra fe y confiamos en Dios en todas las circunstancias, nos convertimos en navegantes experimentados. Aprendemos a sortear las olas con determinación y coraje.

La determinación es un componente esencial de la fe. Nos permite seguir adelante, incluso cuando las circunstancias parecen desafiantes. La fe no es un escudo contra los problemas, sino una brújula que nos guía a través de ellos. Cuando enfrentamos desafíos, debemos recordar que Dios está con nosotros, y esa conciencia nos da la determinación para seguir adelante.

En medio de las tormentas de la vida, la fe nos da la certeza de que Dios está obrando en nuestro favor. A medida que maduramos en nuestra fe, aprendemos a confiar en Su voluntad y a poner nuestra confianza en Él, independientemente de las circunstancias. La fe nos permite navegar las aguas de la vida con determinación y confianza en Dios como nuestro guía constante.




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