Accede a más contenido como este.
Hay prácticas que aún hoy en día continuamos llevando a cabo, pero de las cuales desconocemos sus antiguos orígenes. Te invitamos a viajar al pasado y recorrer paso a paso para sorprenderte.
“Pero llegó un día oportuno, cuando Herodes, siendo su cumpleaños, ofreció un banquete a sus nobles y comandantes y a los principales de Galilea; y cuando la hija misma de Herodías entró y danzó, agradó a Herodes y a los que se sentaban a la mesa con él; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré.” Marcos 6:21-22
Colecta en Misa. La costumbre de “pasar el cepillo” se remonta a los orígenes de la Iglesia, aunque la forma ha ido variando con el paso del tiempo. Los primeros cristianos llevaban a misa el pan y lo ofrecían para que el sacerdote lo consagrara. De hecho, todavía hoy, en las liturgias orientales, los fieles llevan el pan, y lo que no se usa en misa, se da a los pobres. Más adelante, en lugar de pan, la gente ofrecía otros dones para los pobres y necesitados o para la Iglesia.
“Entonces el padre descendió adonde estaba la mujer; y Sansón hizo allí un banquete, porque así acostumbraban hacer los jóvenes.” Jueces 14:10
Acción con la que se daba la bienvenida y se mostraba hospitalidad, que en los calurosos países del Oriente Medio se acostumbraba a realizar antes de una comida, pues las personas solían llevar sandalias para viajar por aquellos caminos secos y polvorientos. En un hogar de término medio, el anfitrión ponía un recipiente con agua a disposición del visitante, y este se lavaba los pies. La noche antes de morir, Jesús lavó los pies de sus apóstoles con el fin de enseñarles una lección y dejarles un modelo.
“También, el día de los primeros frutos, cuando presentéis una ofrenda de cereal nuevo al Señor en vuestra fiesta de las semanas, tendréis santa convocación; no haréis trabajo servil.” Números 28:26
La historia de la señal de la cruz tiene su origen en un pasado tan lejano como Tertuliano, el padre de la iglesia primitiva que vivió entre los años 160 a 220 d.C. Tertuliano escribió: En todos nuestros viajes y movimientos, en todas nuestras salidas y llegadas, al ponernos nuestros zapatos, al tomar un baño, en la mesa, al prender nuestras velas, al acostarnos, al sentarnos, en cualquiera de las tareas en que nos ocupemos, marcamos nuestras frentes con el signo de la cruz.
“Guardarás la fiesta de los panes sin levadura. Siete días comerás pan sin levadura, como yo te mandé, en el tiempo señalado del mes de Abib, pues en él saliste de Egipto. Y nadie se presentará ante mí con las manos vacías.” Éxodo 23:15
Dar la paz. Es costumbre decir “paz” o “la paz sea contigo” y estrechar la mano o besar, dependiendo de la costumbre del lugar, a aquellos más cercanos a nuestro lugar en la celebración. Lo interesante es que este gesto litúrgico tiene unas antiguas raíces y ha formado parte de la misa desde los comienzos mismos. Este beso de paz se daba normalmente solamente a los que estaban al lado y más tarde se desarrolló el hábito de que el beso de paz descendiera desde el sagrario y se pasara al pueblo, simbolizando la paz que viene de Cristo. Esto se consolidaría aún más cuando el sacerdote besaba primero el altar y luego pasaba ese beso a los asistentes.