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“Dios será refugio del pobre, Refugio para el tiempo de angustia. En ti confiarán los que conocen tu nombre, Por cuanto tú, oh Señor, no desamparaste a los que te buscaron.” Salmos 9:9-10
Los momentos difíciles que transitamos nos llenan de angustia y preocupación. No es solamente el miedo que nos generan las plagas, sino los problemas que se suscitan en nuestro hogar producto de la cuarentena obligatoria.
La sociedad ha tomado conciencia de la importancia de aislarse para combatir el coronavirus, pero esta práctica no está exenta de la aparición de conflictos y puede suceder que, con el paso de los días, nos encontremos agobiados y sin fuerzas para afrontar las circunstancias.
Lo importante, en estos casos, es no entrar en pánico y no permitir que los malos pensamientos se apoderen de nuestros corazones.
El Amor de Cristo es poderoso y está en nosotros reforzar nuestro Compromiso para acercarnos sin temores a nutrirnos de Su Fe.
“Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa”. Isaías 41:10
El aluvión de complicaciones nos puede llegar a sobrepasar y una de las sensaciones que puede aparecer con fuerza es el sentimiento de soledad.
Podemos llegar a vernos como una barca a la deriva, luchando con inmensas olas en medio de una tormenta. Nuestra reacción natural es poner toda la energía en mantener nuestra barca a flote para cuidar a nuestros seres queridos.
Cuando pensamos que debemos atender todos los flancos solos, nos distraemos de una certeza esencial: Cristo esta en cada uno de nuestros actos.
Suponer que afrontamos nuestras inquietudes de manera solitaria nos impide reposar en el Amor de Jesús.
Tengamos siempre presente que Cristo con su Bondad y Poder infinitos, esta siempre dispuesto a darnos cobijo contra los azotes de la tempestad.
Jesús nos Bendice con el reposo necesario para empezar cada día de manera positiva y edificante. Su Eterna Sabiduría nos afirma en Su Perfecto Amor.
“Dios será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia. En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Señor, no desamparaste a los que te buscaron”. Salmos 9:9-10
El momento es propicio para congregar a la familia y comunicarnos con nuestras amistades para Orar en conjunto, para intercambiar experiencias y escuchar lo que el otro, por intermedio de la Gracia de Dios, tiene para decirnos. De esta manera veremos cómo propiciamos un maravilloso circuito en donde podremos dar alivio a nuestros hermanos a la vez que ellos nos entregan sentimientos de Paz que calmaran nuestro Espíritu.
Dios nos enseña que en Su regazo podemos aliviar todas las calamidades. Reconozcamos que el Amor de Cristo es nuestro aliado incondicional.
En Él confiamos y a Él nos entregamos.
“Por lo tanto, póngase toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza”. Efesios 6:13
Pongamos todo nuestro esfuerzo en no sentir temor, sustentados en la Bendición de Su Luz que Guía nuestros pasos en los parajes más oscuros.
Cuando nos reconocemos como hijos de Dios, calmamos nuestro Espíritu, alejando los pensamientos nocivos. La Palabra del Señor nos llevará a salvo hasta la orilla y el ejemplo de Cristo se transformará en la dicha de quienes nos rodean.
Mantengamos nuestra Fe en alto y no perdamos de vista que nunca estamos solos ya que caminamos junto a nuestro Padre Celestial.
Recordemos las palabras del Papa Francisco: “Que el Señor nos dé a todos nosotros esta gracia de vivir en tensión, en tensión, pero no por los nervios, los problemas, no: en tensión por el Espíritu Santo que nos arroja hacia la otra orilla y nos mantiene en la esperanza”
Demostremos con acciones concretas que Él nos ha tocado en lo más profundo del Alma.