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Pilares para Orar Diariamente en Paz

Construye un espacio adecuado en tu ser interior para poder conectarte con la oración cotidianamente. Navega por los siguientes versículos que te inspirarán para conectarte con el Espíritu Santo.

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“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7

Reconocer la singularidad de nuestra expresión ante el Espíritu Santo durante la oración es un momento de gran significado. En nuestro espacio íntimo, tenemos la oportunidad de cultivar y dar forma diariamente a la virtud más importante de Dios.

Esta disposición refleja una combinación de otras virtudes que nos brinda el Señor. Su bondad se manifiesta en el amor, el perdón, la humildad y la búsqueda de la verdad.

Es importante recordar cómo, sin importar cuántas veces hayamos errado o nos hayamos desviado de su sendero, nuestro Padre Celestial siempre está dispuesto a perdonarnos y acogernos con amor.

Comienza hoy mismo a incorporar en tu rutina diaria momentos de oración que te ayuden a erradicar los sentimientos de ira y resentimiento de tu corazón.

Otra cualidad que debemos cultivar durante la oración es la perseverancia.

Al practicar la oración y emplear esta virtud tan difícil de alcanzar, logramos establecer una rutina que nos permite crear un espacio personal de conexión con el Señor.

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“A ti, Dios de mis padres, te alabo y te doy gracias. Me has dado sabiduría y poder, me has dado a conocer lo que te pedimos, ¡me has dado a conocer el sueño del rey!” Daniel 2:23

La empatía hacia nosotros mismos y nuestra sanación espiritual nos ayudará a comprender nuestras necesidades y saldar nuestras deudas espirituales junto a Dios.

Una vez alcanzado el equilibrio y la paz mental, estaremos en condiciones de perdonar a nuestros semejantes y situarlos en el mismo plano que nosotros, comprendiendo que ante los ojos del Señor todos somos iguales.

Practiquemos la humildad en lugar de la arrogancia, buscando consejo en otros y reconociendo que siempre hay algo que aprender de nuestros hermanos en la fe.

Con la Palabra de Dios y la verdad universal de sus enseñanzas, podremos comprender los momentos y aprendizajes de nuestra vida, pues solo a través de la verdad alcanzaremos la verdadera victoria.

La verdad, en contraposición a la mentira, nos guía hacia la luz y la liberación de las cadenas de los sentimientos negativos que nos apartan del camino del Señor.

Dediquemos tiempo en oración a corregir los pensamientos y acciones negativas que surgen en nuestra mente y corazón.

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“Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, los bendijo. Luego los partió y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y de los pedazos que sobraron se recogieron doce canastas.” Lucas 9:16-17

Si tomamos decisiones alineadas con el camino de iluminación de Jesús, descubriremos que al perdonar a aquellos que nos han ofendido, alcanzaremos un equilibrio emocional y espiritual sin precedentes.

No es una virtud fácil de alcanzar, ya que implica dejar de lado nuestros propios errores y desafíos.

Con humildad, recordemos que olvidar el rencor que genera la ofensa es el primer paso en el camino del perdón.

El Señor nos brinda un llamado claro y poderoso: amarnos unos a otros como Él nos ama. Esta es la esencia misma de su enseñanza, la culminación de su amor incondicional hacia nosotros. Su sacrificio supremo, entregando su propia vida por nuestra redención, es la manifestación más pura y sublime de este amor divino.


“¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!” Romanos 11:33

Al practicar la oración diariamente, nos convertimos en testimonios vivientes de las enseñanzas y los actos de fe y amor del Señor. La oración se convierte en nuestro vehículo para interiorizar su sabiduría y su ejemplo, permitiéndonos reflejar su amor y su gracia en nuestras vidas.

Por ello, te animo a extender este amor y perdón a tu entorno, a tu familia, amigos, compañeros y compañeras de vida que te acompañan en tu jornada espiritual.

Un abrazo sincero y un gesto de perdón pueden ser el primer paso hacia la sanación de los corazones heridos y la reconciliación con aquellos que nos rodean. En estos actos de amor y perdón, encontramos la esencia misma del mensaje de Cristo, que nos llama a amarnos mutuamente con la misma intensidad y generosidad con la que Él nos ama.

Que este amor incondicional y esta práctica constante de la oración nos guíen en nuestro camino, iluminando nuestras vidas y transformando nuestros corazones para reflejar la luz y el amor de nuestro Salvador.

Que cada palabra que pronunciemos, cada acción que realicemos, sea un testimonio vivo del amor redentor de Cristo y una expresión de gratitud por su sacrificio en la cruz. Que podamos ser instrumentos de su paz y su amor en un mundo que tanto necesita de su luz y su esperanza. Que así sea.




Versículo diario:


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