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Muchas veces tenemos que realizar mayores compromisos con nuestra emocionalidad y nuestro espíritu solidario. Explora los siguientes versículos y aprende a ser una mejor persona ahora mismo.
"Un corazón alegre le hace bien al rostro, pero las penas del corazón abaten el ánimo." Proverbios 15:13
Compasión es una palabra que los miembros del Pueblo de Dios utilizamos con frecuencia, pero, ¿Sabemos en realidad el significado de este maravilloso término?
¿Le damos la importancia trascendental que reviste el maravilloso acto de la Compasión?
Como hijos del Señor, debemos comprender que la Misericordia es la voluntad y capacidad de ponerse en el lugar del otro.
Este Compromiso desinteresado nos permite acercarnos más a los propósitos que nuestro Padre Celestial guarda para nosotros.
Significa vivir en la convicción de que no puede existir Paz alguna en nuestros corazones si nuestros amados hermanos viven sumidos en la angustia y la necesidad.
Hagamos de nuestra posición, la posición de los demás para tomar real conciencia del sufrimiento que padece nuestro prójimo.
“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”. Mateo 9:36
La autentica Compasión es, además de una identificación con el dolor del prójimo, una acción concreta para ayudar.
Es una motivación impulsada por El Señor para que actuemos en concordancia con Sus Perfectos designios.
Dios nos enseña a través de Su Palabra y Sabiduría, la importancia de cultivar Bondad y Misericordia para Bendecirnos con la promesa de que Su carácter de Padre Eterno Compasivo no decae nunca, renovándose constantemente.
Puede suceder que tengamos la falsa impresión de que no poseemos o no encontramos en nuestro interior ese Espíritu de Compasión al cual nos insta El Señor. Si Cristo está en nuestras vidas, podemos dar por hecho que sí lo tenemos. Solo tenemos que activarlo y ponerlo en práctica.
Su Palabra Sanadora debe fluir por intermedio de nosotros para tocar el corazón de nuestros hermanos, ayudando al hambriento y restableciendo la Paz en sus vidas.
“¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor”. Santiago 5:14
Son diversas las maneras de prestar ayuda a los que más la necesitan. Para eso debemos estar determinados y resolutivos.
Si un hermano esta transitando el duro percance de una enfermedad, podemos acercarle La Palabra de Cristo. El dialogo, la empatía y la conexión con el otro es fundamental.
Por eso, una acción efectiva para calmar la angustia del desvalido es Orar con y por él. El Poder de la oración restaura la calma y expulsa los pensamientos nocivos que pueden aparecer en momentos de esta índole.
Para sustentarnos y adquirir la fuerza necesaria para acometer esta clase de retos, solo debemos pensar en todas las tormentas que hemos superado de la mano del Señor. Él jamás nos ha dejado librados a nuestra suerte. Sigamos el ejemplo de Jesús y demos el primer paso.
“La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”. Santiago 1:27
En este versículo, Santiago explica que la verdadera religiosidad se conmueve con los necesitados, retratados en el texto como “huérfanos y viudas”.
Es probable que surjan preguntas en nuestro interior tales como: ¿Cómo puedo servir a mis hermanos que sufren?, ¿Cómo hago llegar la paz de Dios a sus corazones?
Debemos estar profundamente Comprometidos y meditar en la Compasión del Señor, estimulando el deseo de ver a otros liberados de sus tormentos.
Cuando podemos transmitir al hermano caído en desgracia el alimento Espiritual que lo mantendrá con Confianza y Fe para afrontar sus cargas, sabemos que El Altísimo nos está utilizando como herramientas para reflejar esa Compasión traducida en Su Amor por todos Sus hijos.
“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna”. 1 Juan 3:16
Es muy importante distinguir que el verdadero Amor, no se trata solo de recibir, sino y, esencialmente, de dar sin egoísmos, ni prejuicios.
Sin dudas todos tenemos algún familiar, una amistad o un vecino que puede estar necesitando que la Palabra del Señor llegue a Su vida.
Tomemos esa maravillosa iniciativa y actuemos ahora en nombre de Su Gloria.