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Un Punto de Retorno a la Esperanza

En la senda de la iluminación y la gloria celestial, dejar atrás las decepciones es una medida necesaria. Este artículo nos guiará para avanzar en este camino y encontrar renovación.

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“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?" 1 Juan 5:4-5

En la senda de la iluminación y la gloria celestial, dejar atrás las decepciones es una medida necesaria. En este artículo, el Papa Francisco nos guiará para avanzar en este camino y encontrar renovación.

Todos hemos experimentado diversos tipos de decepciones a lo largo de nuestra vida. Esa desilusión que sentimos cuando no logramos algo o cuando no se cumple aquello que anhelamos profundamente.

Cuando estos sentimientos se hacen presentes, surgen sensaciones negativas como la tristeza y la incertidumbre, que a su vez pueden desembocar en situaciones aún peores como la depresión y la apatía hacia todas las cosas.

Aprender a convivir con el equilibrio entre los momentos buenos y malos es la clave de todo.

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“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Romanos 8:28

Es en esos momentos que Dios nos ayuda en cada etapa del camino. Cuando nos enfrentamos a situaciones desafiantes, corremos el riesgo más pernicioso que se nos puede presentar: la pérdida de fe.

Las desilusiones pueden adoptar diferentes formas. Estas situaciones generan en nuestro ser interno un proceso de aprendizaje. Es cierto que al principio no logramos vislumbrarlo, pero con el tiempo y la gloria del Padre Celestial, lo comprenderemos a la perfección.

En ocasiones, nos cuestionamos si hemos sido responsables y las dudas se apoderan de nuestro ánimo.

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“Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.” Colosenses 3:15

Ante estos episodios, debemos actuar con determinación, creando un entorno positivo que busque la idea de oportunidad y reconstrucción. Aprendamos de los niños y las niñas, quienes son la máxima expresión de inocencia y bondad que nos regala el Señor. Siempre siguen adelante en busca de sus sueños de vida.

Para afrontar estos desafíos de manera exitosa, debemos enfrentarlos con humildad y equilibrio, en comunión con Dios.

Son momentos propicios en los que somos llamados a profundizar nuestra esperanza y amor en Cristo. Para ello, lo ideal es buscar un espacio personal, creado diariamente, para abrir nuestro corazón ante el Señor y recibir Su misericordia.

Cuando logramos conectarnos con la fe en la oración, no es para utilizarla como una vía de escape, sino para tomar plena conciencia de que estamos en una búsqueda constante de nuestra evolución espiritual junto al Padre Celestial.

Recordemos que siempre estará la mano del Señor reconfortando a Su pueblo. ¿Qué mejor refugio? ¿Qué mejor lugar para recuperar nuestra esperanza?


“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33

Entreguemos nuestra fidelidad a Cristo y permitamos que tome el control de la situación. Nuestra vida estará llena de desafíos e incertidumbres, pero eso no debe detener nuestro viaje ni nuestras creencias.

Aseguremos un lugar especial al lado del Espíritu Santo para hablar con el Señor cada día. Busquemos en Su palabra la paz tan necesaria para reencontrarnos con Su infinito amor. Busquemos equilibrar nuestro espíritu y llenarnos de calma y sabiduría para afrontar con determinación las situaciones que se nos presenten. Al cumplir con el maravilloso propósito que Dios Padre ha preparado para nuestras vidas, entenderemos con respeto y amor todo lo que se nos presente, para poder evolucionar como hermanos.

Siguiendo estos pasos, superaremos las decepciones y encontraremos el camino hacia la luz y la gloria divina.




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