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Una Emoción Colectiva

Poder conectar y expresar lo que sentimos es parte de una tarea cotidiana. Conoce el modo para reencontrar tus valores con los siguientes versículos.

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“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7

Quiero hablarles de cómo orar juntos en nuestras comunidades. La oración corporativa es una reunión de personas unidas por un objetivo común, donde la fuerza y ​​el entendimiento comunes juegan un papel importante. Lo importante no es el número de participantes, sino cómo interactuamos y nos apoyamos unos a otros. En esto encontramos la clave para cambiar a través de Cristo.

Es importante recordar el significado real de la oración. Además de ser un evento individual o grupal, el propósito es crear un canal directo de comunicación con Dios, fortalecer nuestra relación con Él y desarrollar una mayor confianza y fe. Ahora pensemos en lo mismo pero en la congregación de hijos de Dios que se reúnen en oración con la promesa de que las respuestas llegarán porque Dios está allí.

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“No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre.” Juan 15:16

Como fieles hijos e hijas de Dios, podemos dar testimonio del inmediato poder sanador de la oración colectiva. Debemos estar convencidos de que es una práctica que todas las comunidades deberíamos adoptar para mejorar nuestra conexión y unión en todo momento, incluso en situaciones en las que nos sentimos distantes. Además, creo firmemente que la oración colectiva genera una energía contagiosa y completamente positiva, que tiene el poder de difundir todo lo bueno si así lo deseamos.

Sin embargo, también es importante recordar que ninguna oración está completa sin un sincero agradecimiento. Agradecer a Dios por todas las bendiciones que hemos recibido a lo largo de nuestra vida debe ser el motivo principal de nuestra oración. En todo caso, podemos pedirle su santa intercesión por las preocupaciones específicas que tengamos. Hagamos el esfuerzo de dedicar momentos de tranquilidad, aunque sea por un breve instante, para expresar nuestra gratitud.

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“¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración de Fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y si ha pecado, su pecado se le perdonará.” Santiago 5:14-15

La oración colectiva nos brinda la oportunidad de unirnos como comunidad, fortaleciendo nuestros lazos con Dios y entre nosotros. Nos permite compartir nuestras alegrías, preocupaciones y esperanzas, confiando en que Dios nos escucha y responderá de acuerdo a su perfecta voluntad. En momentos de incertidumbre o dificultad, la oración colectiva se convierte en un faro de esperanza, iluminando nuestro camino y recordándonos que no estamos solos. 

Además, la oración colectiva nos invita a trascender nuestras propias necesidades y a abrirnos al bienestar y las intenciones de los demás. Al unir nuestros corazones y voces, creamos un espacio sagrado donde la fuerza de la fe se multiplica y donde las bendiciones de Dios se derraman abundantemente sobre cada uno de nosotros.

En este sentido, invito a todas las comunidades a abrazar la oración colectiva como una práctica central en su vida espiritual. Dediquemos tiempo para reunirnos, orar juntos y construir una relación más profunda con Dios y entre nosotros. Que nuestras comunidades sean un testimonio vivo de la unidad y el amor fraterno que provienen de la oración colectiva.


“Regresa y dile a Ezequías, gobernante de mi pueblo, que así dice el Señor, Dios de su antepasado David: He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte, y en tres días podrás subir al templo del Señor.” 2 Reyes 20:5

Finalmente, recordemos que la oración no solo debe ser un momento de petición, sino también un espacio para escuchar la voz de Dios en silencio y en comunidad. Abramos nuestros corazones a su guía y permitamos que su Espíritu nos inspire en nuestras acciones y decisiones diarias.

Que el Señor nos bendiga con una fe sólida y una conexión profunda con Él y con nuestros hermanos. Que nuestras oraciones colectivas fortalezcan nuestra fe, nos llenen de gratitud y nos impulsen a ser instrumentos de su amor y paz en el mundo.




Versículo diario:


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