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Una Manera de Reparar Las Heridas

Tenemos la posibilidad de sanar en nuestro interior ya que el momento de activar la reparación es hoy. Comienza tu rutina con el siguiente artículo.

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"Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie." Santiago 1:5

Al poseer un recorrido personal, cada hijo e hija del Padre Celestial tendrá situaciones particulares y emociones que se vinculan con distintas sensaciones a lo largo de su vida.

Dios nos conoce y sabe en qué momento acercarse para mostrarnos un aprendizaje. Darnos esa mano para sanar es algo común en su esencia.

Debemos intentar estar más conectados con el Espíritu Santo, recobrando la Fe y la esperanza necesaria para sentirte feliz.

Recuerda cultivar aquellos dones que Dios te otorgó desde el comienzo de tu desarrollo espiritual y personal. Es importante que seas consciente de que aquello que te rodea en tu vida directamente. Quizás tu voz interior necesita ayuda para ser calmada recobrando un poco de paz mental.

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"Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, pero no para Dios; de hecho, para Dios todo es posible." Marcos 10:27

Si sientes que es momento de tener una una conversación seria contigo, requieres la ayuda de un ser querido, una amiga o amigo que te conozca con mucha confianza para guierte, acude sin problemas. Lo mismo sucederá con el Señor, ya que Él te brindará sanación universal al momento de orar y conectarte con el Espíritu Santo.

No nos falta el tiempo para mirar el cielo. No nos falta la oportunidad. No nos falta el deseo de hacerlo, y ni siquiera dudamos del placer que obtendremos al hacerlo. Solo carecemos de la fuerza para elevar nuestro corazón y sentir esa sensación única de acercarnos al Espíritu Santo.

Esta acción tan simple puede traernos mejora espiritual, y quizás sintamos que al cultivar y profundizar nuestra relación con el Espíritu Santo retomemos el camino del Señor.

Hacer una pausa para volver a enfocar nuestra Fe, re encausando nuestra vida espiritual, corrigiendo el rumbo de luz que nos plantea el Señor.

Son esos minutos, de los que nos privamos a diario, los que nos ayudarían a tener paz y tranquilidad interior.

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"Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!" Salmo 139:13-14

Todos los procesos internos que nos conducen al crecimiento junto a Dios necesitan tiempo, paciencia, dedicación y mucho amor.

Para esto, debemos quitar la mirada de los actos cotidianos para poner como prioridad al Salvador. Este ser superior que nos permite mirar el suelo para mirar el cielo: si logramos hacer este pequeño cambio de perspectiva, nos ocasionará una nueva posición en el transcurrir de cada día.

En oración, con un nuevo sentido de la existencia bajo la Gloria del Señor, nos permitirá percibir un nuevo horizonte. Nuestros problemas se empequeñecen cuando nos unimos al Espíritu Santo.

No temas al transcurrir de los hechos, somos parte de algo mayor, tenemos brillo propio, pertenecemos al rebaño de Dios.


"Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, los bendijo. Luego los partió y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y de los pedazos que sobraron se recogieron doce canastas." Lucas 9:16-17

Es difícil llegar a percibir el punto justo del equilibrio. Debemos intentar pensar en aquel lugar o momento en el que nos sentiríamos a gusto, como un elemento valioso e indispensable para que el Señor se traslade a nuestro corazón.

Podrá resultar algo complicado pero no imposible, pero es un equilibrio único que nos permite estar con salud, disfrutando de la vida.

No tenemos que caer en la tentación de creer que somos demasiado importantes, pero tampoco muy poca cosa.

Cuidar de nosotros como seres valiosos y únicos, cuidar y respetar nuestro cuerpo y tener respeto por el entorno que nos rodea.

Alimentar la Fe de un modo sano, conectarnos con la naturaleza, orar, leer la Biblia y hacer el bien son las mejores recetas para no perder el rumbo correcto.




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