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Unión Familiar en Momentos Difíciles de la Vida

Debemos tejer lazos de amor y respeto mutuo en los escenarios de dificultad en nuestro recorrido. Incorpora los siguientes versículos en tu rutina cotidiana.

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“No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” Romanos 12:2

¿Hasta cuándo nos lamentaremos por las circunstancias que nos impiden avanzar y alcanzar nuestro destino en la vida? ¿Debemos llegar al fondo de nuestro ser para finalmente obtener el impulso necesario y dar un salto significativo?

La claridad que demostró Jesucristo al realizar su sacrificio divino debe servirnos como ejemplo en todas las áreas de nuestra vida cuando nos encontramos perdidos o estancados. Dios lo guió para ofrecernos la vida eterna como sus hijos.

En medio de ese torbellino de neblina llamado "miedo", se encuentra uno de nuestros mayores adversarios. Los pensamientos se nublan y nuestro corazón pierde la claridad acerca de lo que nos rodea. Desde nuestras emociones hasta nuestros pensamientos, la falta de claridad se traduce en inacción y aislamiento emocional. 

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“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.” Gálatas 5:13

Con frecuencia, al buscar soluciones, tomamos decisiones que terminan generando problemas aún mayores. Es fácil caer en la trampa de la soledad o el alcohol, convirtiéndolos en cortinas de humo que nos atan en lo más profundo de nuestro ser. La oscuridad y la tentación de seguir sin tomar el control nos llevan al límite de nuestra existencia.

Sentirnos perdidos es el menor de nuestros problemas. Comenzamos a herir a las personas que intentan ayudarnos y rechazamos su oferta de apoyo. En momentos como estos, debemos recordar que Dios siempre está presente y no nos abandonará.

Debemos aprender a abrirnos y aceptar ayuda incluso en los momentos más difíciles. Todos los errores y desaciertos que cometamos en nuestro camino serán perdonados por nuestro Padre Celestial.

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“Precisamente por eso, esfuércense por añadir a su fe, virtud; a su virtud, entendimiento; al entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a Dios; a la devoción a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.” 2 Pedro 1:5-7

Recordemos que Jesús siempre está ahí, dispuesto a ser compasivo y sanar nuestras heridas. No debemos prestar atención a aquellos que no reconocen sus acciones y milagros.

No permitamos que nos influyan aquellos que se sienten solos o que ni siquiera conocen la historia de vida de nuestro Salvador y la razón detrás de su sacrificio. Nunca olvidemos que no tiene sentido seguir por el camino del mal, manteniéndonos en las sombras del miedo y los cuestionamientos. La seguridad de las certezas, de las pruebas de amor y de fe son suficientes para confiar en el Espíritu Santo y depositar nuestros corazones.

Que nuestra fe se refleje en nuestras acciones, ya que será el cimiento en el cual podremos basar todos nuestros pensamientos y decisiones futuras. Avanzar y crecer, cometer errores y aprender de ellos. No tiene sentido quedarse en la perpetua incertidumbre que ninguna historia puede contar. ¿Acaso existe algún aprendizaje sin sacrificio ni dolor?


“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.” Romanos 8:16

Es momento de dejar atrás el miedo y la inacción, y abrazar la certeza de que podemos superar cualquier obstáculo con la ayuda divina. Recordemos que el camino de la fe no siempre será fácil, pero con cada paso que demos, estaremos más cerca de nuestro propósito y destino en la vida.

Encomendémonos a Dios y al Espíritu Santo, confiando en su guía y sabiduría para seguir adelante.

En nuestro camino de fe, cada uno de nosotros tiene un destino claro y significativo que nos permite alcanzar la plenitud. Aunque pueda haber desvíos y momentos de desconexión, nuestra conexión con Dios se fortalecerá a medida que recibamos las señales divinas de nuestro Padre celestial.

Solo nosotros podremos discernir si nos encontramos en la oscuridad o en las tinieblas, como consecuencia de alejarnos de la fe, y será nuestra conciencia la que nos guíe en este discernimiento. Son nuestras acciones las que determinarán el destino final de la vida eterna que nos espera en las puertas del cielo.




Versículo diario:


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