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Viajando Hacia un Lugar Seguro

Recorriendo los caminos de descubrimiento y sanación universal. Encuentra en los siguientes versículos la inspiración necesaria para salir adelante.

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“Más vale adquirir sabiduría que oro; más vale adquirir inteligencia que plata”. Proverbios 16:16

En este maravilloso y desigual mundo en el que vivimos, resulta evidente que la injusticia es una de las principales causas de preocupación. Una de las manifestaciones más claras de esta desigualdad radica en aquellos individuos que no entienden el significado de tener lo suficiente.

Desde los medios de comunicación, constantemente se promueve la idea errónea de que acumular más cosas materiales y superfluas nos acerca a la felicidad. Esta noción de que siempre nos falta algo para ser felices genera sentimientos de frustración, ansiedad y angustia en nuestros corazones.

Es fundamental que evitemos caer en estas trampas, y para lograrlo, nada más hermoso que comprender que nuestra verdadera riqueza radica en ser hijos de Dios y caminar junto a Él en busca de la salvación.

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“Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno”. 2 Corintios 4:18

No hay nada malo en adquirir bienes materiales en cierta medida, ya que a la mayoría de las personas nos agrada tener algunas posesiones. Sin embargo, los verdaderos problemas surgen cuando nos obsesionamos con la acumulación excesiva de cosas innecesarias y no podemos encontrar paz interior.

Cuando las posesiones materiales se adueñan de nuestras vidas, perdemos de vista lo esencial y generamos sentimientos dañinos como la frustración, el resentimiento y el egoísmo. Estas conductas perjudiciales alteran nuestras relaciones sociales y, sobre todo, nuestra relación con Dios.

Corremos el riesgo de creer que la adquisición de bienes materiales es nuestra máxima prioridad, lo que nos lleva a pasar el resto de nuestros días preocupados únicamente por cuidar y multiplicar dichos bienes. Muchos caen en la trampa de confiar en el dinero en lugar de confiar en Dios.

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“Que nadie, al ser tentado, diga: Es Dios quien me tienta. Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta Él a nadie.” Santiago 1:13

Es importante entender que el problema no es el dinero en sí mismo, sino el amor excesivo al dinero. Esas cosas son temporales, por lo que pueden descartarse. Siempre habrá algo que ocupará nuestra mente y nos robará la tranquilidad, algo que se presentará como “importante” en nuestra vida y no desaparecerá, damos paz hasta que la conseguimos.

¿Cuántas veces hemos perseguido algo que, una vez que lo encontramos, nos deja sintiéndonos inútiles e insatisfechos? Es necesario aceptar una visión sabia del mundo, basada en la palabra del Señor. No debemos dejarnos llevar por modas o modas pasajeras. Miremos lo eterno y el presente.

Busquemos la gracia de Cristo con humildad y arrepentimiento. Él está allí esperándonos. Dios valora lo que hay en nuestro corazón, porque ahí es donde vive. Su santa palabra nos enseña muchas veces que todo en este mundo es suficiente para todos, y que es mejor y más sanador dar y dar sin egoísmo que salvar y salvar.


“¡Tengan cuidado! —Advirtió a la gente—. Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes.” Lucas 12:15

Tomemos tiempo para pensar en todas las bendiciones que el Todopoderoso ha derramado sobre nosotros. Pensemos cuánto cambiamos cuando elegimos caminar con Cristo en los caminos del Padre. Aquí es donde radica nuestra verdadera riqueza, que reside en nuestras almas e ilumina nuestra vida y la vida de los demás.

Mantengamos y mantengamos nuestras ganas de ayudar a los que más lo necesitan. Cuando compartimos los dones que hemos recibido con nuestros hermanos y hermanas que están quebrantados, honramos a nuestro Padre Celestial y vemos el cumplimiento de las metas que nos ha fijado. Seamos instrumentos santos que respondan al llamado del Padre Celestial.




Versículo diario:


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