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Ofrecer Consejos Basados en la Palabra del Padre Celestial para poder seguir adelante por su senda de bendiciones. Navega por los siguientes versículos y descubre una forma única de acercarte al Espíritu Santo.
“El camino del necio es recto a sus propios ojos, pero el que escucha consejos es sabio”Proverbios 12:15
Para aprender a escuchar, debemos primero comenzar por cultivar nuestra relación con Dios. No es una buena persona la que se dedica a dar consejos sin parar, sino aquella que logra escuchar atentamente, empezando por reconocer sus propias necesidades espirituales. Entregar nuestro corazón a las manos del Señor es esencial para recibir Su guía.
Al hacerlo, permitimos que Su sabiduría y amor llenen nuestro ser, transformándonos desde dentro y preparando nuestro corazón para servir a los demás. El Espíritu Santo es la fuente fundamental de orientación e iluminación cuando buscamos reconectar nuestro ser con Dios. Si queremos escuchar y entender a otros, debemos estar en constante preparación espiritual junto al Padre Celestial.
Esto implica dedicar tiempo a la oración, meditar en la Palabra y abrir nuestro corazón a la influencia divina. De esta manera, nuestra capacidad para ofrecer consejos sabios y compasivos crecerá, reflejando el amor y la guía de Dios en cada palabra y acción.
“Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa le envió este mensaje: ‘No te metas con ese hombre justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por causa de él’” Mateo 27:19
Desarrollamos nuestra empatía al conectarnos profundamente con el Espíritu Santo y, a su vez, con aquellos que se acercan a nosotros en busca de ayuda. Escuchar eficazmente implica tener un registro real del prójimo, comprendiendo sus problemas como si fueran nuestros.
Esto significa no solo oír sus palabras, sino también sentir sus emociones, preocupaciones y alegrías. Al practicar esta empatía profunda, estamos en mejor posición para ofrecer apoyo sincero y relevante. Además, podemos discernir cómo el Señor ha trabajado en la vida de las personas, guiándolas y sanándolas.
Así, nuestra capacidad de aconsejar y consolar se enriquece, permitiéndonos ser verdaderos instrumentos del amor y la gracia divina, reflejando la compasión de Cristo en nuestras interacciones diarias.
“Ellos le respondieron: ‘Si hoy te haces servidor de este pueblo y les sirves y les contestas con buenas palabras, ellos serán tus siervos para siempre’” 1 Reyes 12:7
Cuando ofrecemos consejo, debemos hacerlo como si estuviéramos aconsejándonos a nosotros mismos, siempre pasando todo por el filtro del Espíritu Santo. Aconsejar con empatía y fe en Dios garantiza que nuestros consejos estén alineados con la voluntad divina y no perjudiquen a quienes buscan nuestra ayuda. Este enfoque asegura que nuestras palabras sean sinceras y que nuestras intenciones sean puras, reflejando el amor y la sabiduría de Cristo.
Además, es esencial reconocer nuestras propias limitaciones y buscar la guía divina en todo momento, pidiendo al Espíritu Santo que nos ilumine y nos ayude a discernir la mejor manera de apoyar a los demás. Al hacerlo, evitamos el riesgo de ofrecer consejos impulsivos o mal informados, y en su lugar, proporcionamos orientación que tiene sus raíces en la verdad y la misericordia de Dios.
Este proceso de auto-reflexión y oración no solo fortalece nuestra propia relación con Dios, sino que también nos permite ser canales efectivos de Su amor y sabiduría en las vidas de aquellos a quienes servimos. De este modo, nuestras acciones y palabras no solo ayudan a nuestros hermanos y hermanas en Cristo, sino que también glorifican a Dios y honran Su propósito para nuestras vidas.
“Escucha el consejo y acepta la corrección, y al final serás sabio. Muchos son los planes en el corazón del hombre, pero el consejo del Señor permanecerá” Proverbios 19:20-21
Mantener la humildad es fundamental al conectarnos con Dios y con los demás. Dejar de lado la vanidad y el orgullo nos permite abrirnos al amor sincero y verdadero del Padre Celestial. Aceptar la corrección con un corazón humilde nos guía hacia la sabiduría y nos ayuda a vivir conforme a los planes de Dios.
Al escuchar y dar consejos con sabiduría y humildad es una tarea que requiere una relación profunda con Dios y una comprensión genuina del prójimo. Al cultivar una actitud de empatía, justicia y honestidad, y al aceptar la corrección divina, podemos guiar y ser guiados en el camino del Señor. Que cada consejo dado y recibido esté impregnado de la sabiduría y el amor que solo provienen de una vida centrada en Cristo.