Accede a más contenido como este.
Muchas veces ante una determinada situación que no sabemos resolver recurrimos a pedir consejo a nuestros hermanos. Sucesos que no sabemos cómo enfrentar se convierten en el escenario para que muchos nos den sus opiniones, pero ¿qué pasa cuando ninguna de ellas logra calmar a nuestro corazón y dejarnos en paz?. Algunos de esos consejos pueden ser contradictorios entre sí y confundirnos aún más. Puede aparecer ese miedo a equivocarnos con la decisión que tomemos a partir de esas dudas.
En ese momento tendremos que recurrir al único sabio: Nuestro Dios. Deberemos pedirle entendimiento. Una plegaria que ha tomado mucha relevancia en estos tiempos es la siguiente: “Señor, dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo y sabiduría para conocer la diferencia”. Muchas veces la tengo presente cuando tengo que tomar una decisión complicada o estoy algo perdido sobre qué hacer en una mala situación. Nuestro Padre ha prometido ser guía de nuestros pasos, Él despejará nuestras dudas y alejará los malos sentimientos para darnos la claridad necesaria. Su amor resolverá nuestras inquietudes y nos regocijará con serenidad. El Señor nos hará libres y nos ayudará a tener un entendimiento profundo sobre lo que será mejor para nosotros y nuestros hermanos.