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“Pues tú has rescatado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas, mis pies de tropezar.”

Salmos 116:8

Abundancia y escasez


Nos encontramos atravesando tiempos en los que las economías mundiales se encuentran demasiado inestables. Mucha gente ha perdido su empleo o se encuentra en situación de calle. Existe un caos generalizado gracias a las especulaciones frente a los procesos inflacionarios que ocurren en muchos países y las personas comienzan a descreer en sus gobiernos. Ya no encuentran protección desde sus Estados y la inseguridad se ha vuelto moneda corriente en las calles.

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Lo cierto es que no debemos perder el horizonte como cristianos. Nuestra Fe será la guía siempre que permanezcamos en ella. Aquellos que gozan de un buen pasar y abundancia serán los encargados de asistir a los que más lo necesitan por estos días. Quienes hayan sabido ser cautelosos y ahorrativos, deberán disponer de ello para su sustento y ser benevolentes con los que hayan sido irreverentes, pues Dios los aleccionará y pondrá su ejemplo ante sus ojos. Debemos tratarnos con respeto y cuidarnos entre hermanos, quienes gocen de buena salud deberán recorrer las calles frías en invierno para proveer alimento a los desamparados. Sólo en comunión con el prójimo formaremos mejores sociedades, más justas y equitativas, más amorosas y compasivas. Sólo acompañados por Nuestro Padre Celestial seremos mejores cristianos y mejores humanos.