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Muchas veces desestimamos nuestros deseos desde el momento cero. Esto se debe a que creemos que jamás podremos lograrlo o le damos espacio a otros para que opinen sobre ese tema. “No va a poder alcanzar eso”. “Es muy costoso y su familia es muy humilde”. “Siempre quiere llegar más alto de lo que puede”. La realidad es que escuchar esas frases puede darnos miedo e incluso, hacer que ya no consideremos ir por ese sueño. Pensarnos impotentes ante nuestra propia suerte, creer que nunca podremos avanzar ante una determinada situación nos alejará de nuestros anhelos.
Todo lo vamos a poder con ayuda de Nuestro Señor, ya que no importan las condiciones del hogar en el que crecimos, ni lo material de lo que dispongamos, si nuestra fe es lo suficientemente fuerte podremos alcanzar todo aquello que nos propongamos. Ya sea iniciar nuevos estudios, perseguir un nuevo sueño, realizar un viaje que hemos querido toda la vida. Dios abrirá puertas para que eso suceda si no nos dejamos vencer por nuestros propios miedos y abrimos el corazón para recibir esa gracia divina. No bajar los brazos en el proceso será la clave y Dios será el encargado de iluminar nuestras elecciones.