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Muchos experimentamos ese temor cuando se trata de realizar un cambio importante en nuestras vidas. Analizamos las diferentes opciones, repasamos las decisiones y quizás invertimos mucho tiempo pensando una y otra vez sobre el mismo asunto. Cuando quizás debemos simplemente lanzarnos a la aventura de la nueva experiencia, no nos animamos o puede que otros nos desalienten a hacerlo. Pensar constantemente en que podremos fracasar seguro nos guiará a una mala situación, porque nuestra predisposición no será plena.
Dios quiere lo mejor para nosotros como sus hijos y si hemos sido fieles devotos nos acompañará en ese cambio. Debemos confiar en que nuestro Padre Celestial cuidará de nosotros en el trayecto, y pondrá en nuestro camino las mejores experiencias para que podamos aprender y crecer. Estar abiertos a vivir nuevas situaciones y a generar recuerdos, y ¿por qué no? a vincularnos con otros hermanos de la manera en que nunca lo hemos hecho. Todo eso nos enriquecerá como seres y nuestro Padre nos brindará la protección necesaria para que emprendamos esos nuevos caminos. Siempre el Señor será guía y refugio cuando no sepamos qué sendero tomar, debemos acudir a Él por su consejo y su sabiduría. Seremos resguardados y nos encontraremos en calma para elegir cuando estemos en contacto con nuestro Dios.
