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Vivir con esperanza no es una tarea fácil, ya que nos vemos influenciados por determinadas situaciones que son causantes de desesperanza y frustración. De igual manera nos resulta complicado que esa esperanza sea constante; que pueda mantenerse en el tiempo a pesar de las adversidades. Pero todo resulta diferente cuando nos sostenemos en la sabiduría. Si día a día nos nutrimos de enseñanzas, nuestra esperanza será fuerte, tendrá cimientos reales basados en la palabra de Dios, en sentimientos como el amor, la bondad, la empatía. Esa sabiduría nos garantiza un presente pleno y una buena y sólida idea de futuro. Por eso debemos nutrirnos de la miel de la palabra, de la sabiduría de Dios Padre.