Accede a más contenido como este.
El ritmo de vida que llevamos en la actualidad puede resultar voraz si no tomamos algunos recaudos. Vivimos corriendo de un lugar al otro sin siquiera tomarnos unos minutos para pensar en lo que estamos haciendo, para considerar si eso ayuda a otros, si me ayuda a ser mejor persona. Nos mantenemos estresados y cansados, sin encontrar un rumbo certero, sin saber para dónde estamos realmente dirigiéndonos. Perdemos la noción de lo importante que es tener un momento de relajación, pero sobre todo, de conversación profunda con Dios Padre.
Llegar a casa después de un día agitado de actividades y disponernos a rezar muchas veces hará que encontremos la paz instantáneamente. Porque ese será nuestro momento de reflexión, de pedido de auxilio de Nuestro Padre y en nuestra conversación, nos acercaremos a Él. Así, Dios Padre nos mostrará los mejores caminos, las mejores decisiones a tomar, y no seremos sólo seres que se entregan al ritmo vertiginoso de las ciudades, sino que analizaremos qué es lo que realmente está sucediendo en nuestro devenir. Pensar en cómo obramos durante el día, si hemos sido injustos, si debemos pedir perdón a alguien al día siguiente o si tenemos que reconocernos equivocados, todo ello surgirá de nuestra disposición al diálogo con Dios.