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Sin la palabra de nuestros seres queridos muchas veces podemos perder nuestro foco de acción. Deambulamos perdidos cuando nuestros objetivos no son lo suficientemente claros o cuando estamos alejados de todo aquello que nos recuerda quienes somos. Además de la familia, una de esas cosas es la fe. La fe nos muestra la versión más acabada de quienes creemos ser y de aquello en lo que creemos. Si nos desvinculamos de ella o renegamos de nuestras creencias seguramente perdamos la esencia de nuestro más profundo ser y del amor que tenemos a Nuestro Señor.
La recompensa de nuestro amor será grande, pero nuestro corazón deberá estar dispuesto a recibirla. Si dudamos de nuestros pensamientos o negamos a Dios el sendero será tormentoso, porque estaremos poniendo en juicio la mayor verdad. No podremos hacerlo solos, siempre tendremos que tener en cuenta a nuestros hermanos, a sus consejos cuando nos encontremos desolados. Nadie puede triunfar en soledad, siempre que seamos generosos de espíritu y estemos atentos a la palabra de Dios Padre podremos alcanzar todo aquello que nos propongamos con fe. Necesitaremos el apoyo de quienes nos rodean y de Nuestro Padre para llegar a la felicidad y al regocijo. El camino hacia la paz vendrá dado por nuestra fe, por nuestra creencia en el poder de la palabra de Dios.