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La cualidad del pan es de nutrir, de alimentar espiritualmente a un pueblo que necesita saciar un hambre espiritual. Jesús se entrega en palabra y enseñanza a todos los que acudan a Él. Es el verdadero pan que desciende del Cielo para que todo aquel que se alimente con fe de sus enseñanzas, viva. En nuestras vidas, no es necesario sentirse en ese vacío espiritual para poder acercarnos a la palabra de Dios. Él para nosotros siempre será alimento y vida; es nuestro trabajo animarnos a la búsqueda, y hacer espacio entre las necesidades materiales de nuestra mente para dejar lugar a la espiritualidad. Recibir la fe en nuestros corazones y practicar la palabra nos mantendrá despiertos en conciencia, nutridos, y unidos en comunidad.