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Cada familia tiene su propia dinámica: horarios para levantarse, para cenar o simplemente para reunirse. Lo que sucede en estos tiempos es que muchas veces esos horarios no coinciden, unos se van de casa antes, otros vuelven después de cenar tan agotados que ya no quieren conversar o compartir sus acontecimientos. Es importante que mantengamos los valores cristianos en una forma vívida en nuestros hogares. Tenes momentos de unión entre todos los miembros va a ser clave.
Se pueden destinar pequeños espacios en la semana para compartir entre todos con un plan adecuado. También, mantener hábitos como agradecer el alimento en la cena o disponerse a conversar sobre lo que ha pasado cada uno durante su día son buenas prácticas para continuar siendo fieles honestos y devotos. Una conversación fluida entre todos podrá hacer que se revalúen conductas que quizás están erradas o que cada integrante escoja las mejores elecciones para su camino. La familia es una bendición y se trata de un trabajo diario el fomentar su unión. Agradecer diariamente con una plegaria por esa fortuna, por el esfuerzo detrás de ese sostén. Dios mantendrá siempre el orden familiar y nos acompañará aún cuando nuestras rutinas nos mantengan alejados.