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“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”

Filipenses 4:6-7

Discusiones absurdas


Las discusiones muchas veces forman parte de un crecimiento cuando logramos entender los diferentes puntos de vista de los otros. Cuando entendemos el intercambio de ideas como eso mismo, no requiere que nos involucremos en la conversación de forma agresiva o impertinente. Sin embargo, mucha gente no comprende ese accionar, y lleva las discusiones a otro nivel. Intenta desprestigiar al otro, insultarlo y hasta agredirlo verbal o físicamente. La intolerancia juega en ellos un papel importante cuando no logran ver que el otro sólo les está enseñando un nuevo punto de vista, una nueva forma de entender la realidad que los rodea.

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Todos tendremos diferentes criterios para comprender las cosas o las situaciones y no debemos caer en egoísmos sobre las interpretaciones de nuestros hermanos. Aceptar las diferencias para poder alcanzar lugares de entendimiento comunes o simplemente, comprender que el otro no debe pensar igual que yo, sino que puede mostrarme otra forma de ver para aumentar mi conocimiento sobre ese tema. Acentuar las diferencias u ofuscarnos cuando no piensan como nosotros esperamos que lo hicieran es un error. Dejar de lado a las miradas sobre el asunto que no coincidan con las nuestras es un punto que requiere de nuestra atención, porque sólo estará exponiendo nuestra falta de tolerancia y amor por el prójimo.